SAN CRISTÓBAL.- Venezuela entera celebró el empate 1-1 con Brasil y lo festejó como si fuera una victoria. Lo festejaron no solo los aficionados que siguieron por la pantalla chica el partido entre la vinotinto y la canarinhña, sino también otros tantos miles que por los cortes eléctricos en que está sumido gran parte del país lo siguieron por otros medios.
Hasta la gran diáspora venezolana asentada por todos los países del continente y en lejanas tierras de Europa y Asia, disfrutaron de tal acontecimiento, cuando apareció el “peludo” Bello con una pirueta entre dos defensores y envió el balón a las redes. El éxtasis fue total.
Pero más allá de las repercusiones mediáticas que tuvo este resultado entre el David venezolano y el Goliat brasileño, hay muchos factores que incidieron en el desenlace final de una batalla que se desarrolló en el Arena Pantanal de una ciudad que se preparaba para festejar un triunfo del local y terminó estupefacto ante el score final.
CLAVES DEL PUNTAZO EN LA ARENA PANTANAL
Todo empezó en el camerino vinotinto. El discurso es fundamental para llenarse los pulmones de aire y optimismo, inflar el corazón de orgullo, concentración mental y las piernas de acero para aguantar el vendaval. La adrenalina empieza a fluir desde el momento que se inicia el ritual del último mensaje del técnico a sus jugadores antes de salir al ruedo.
Siempre se indica que frente a un rival con mayor poder de fuego es vital aguantar los primeros 20 minutos. Evitar en ese lapso cometer errores puntuales en marca y los disparos a puerta, eso se cumplió a cabalidad.
Con un Brasil que llega mucho por las bandas, teniendo a dos puntas de lanza como Vinicius Jr y Rodrygo, una marca escalonada era fundamental y en eso mucho trabajo tuvieron Samuel Sosa y Darwin Machis para ayudar a sus compañeros Alexander González y Cristian Makooun.
Un arquero mejor aplomado siempre brinda seguridad y confianza a sus compañeros de zaga. Rafa Romo, no tenía confianza entre los fanáticos y se impuso sobre sus compañeros. Acumula mucha experiencia internacional desde su paso por Europa y eso lo consolida en la posición.
Mantener el cuarteto defensivo los 90 minutos fue un acierto del seleccionador. No había desgaste, tuvieron mucho apoyo del sector medio y sin fisuras en ese andamiaje, fueron fundamentales en mantener el arco en cero la dupla Osorio-Ángel, siempre respondieron ante la exigencia del tridente ofensivo brasileño que quedó anulado.
La batalla había que ganarla en el mediocampo. Cinco de los 8 convocados en esa posición se jugaron un partidazo. Desde el eje del centro donde resaltó el trabajo de desgaste y choque de Tomas Rincón y Yangel Herrera. Cortaron las conexiones, no regalaron nada, marca a presión por la media luna, y cortando los pases filtrados del contrario. Con Sosa y Machis siempre hicieron el 2 a 1 al rival.
Con piernas frescas desde el 2do tiempo, aprovechando el mayor desgaste del rival se coparon espacios con ideas más ofensivas y allí en Soteldo y Savarino Venezuela pudo tomar el control del balón, circulando el balón y desesperando a una Brasil que pierde la compostura sin la pelota. Bello y Junior Moreno también cumplieron su función en esa zona de tanto trajin.
Hay jugadores que pueden pasar desapercibidos pero que cumplan una función importante. Son “gregarios de oro”, más allá de delanteros Salomón Rondón y Sergio Córdova fueron bastiones que impidieron el manejo y salida de Brasil desde el fondo. Marquinhños se vio limitado y entonces tuvieron que recurrir al pelotazo.
Ese mismo trabajo de tapar la salida desde el fondo era la que tenía que cumplir Eduardo Bello. “Esto solo lo hace Dios, la verdad, me usó a mí, me escogió a mí para hacer el gol (…) el profe me pidió que entrara y estuviera cerca de Casemiro, pero entró Emerson y entonces la indicación era que tenía que estar ahí para que no sacara la pelota limpia”.
Rapidez mental para salir y atacar los espacios. La jugada previa al gol se fabricó en cuestión de un minuto. Recuperación rápida de Cristian Casseres, pase a Savarino que corre dos tres pasos y levanta el centro y la conexión inesperada de Eduard Bello. La acción fue un calco del gol que marcó Colombia a la Vinotinto en el primer duelo, pero la ejecución acrobática del volante mirandino es de fantasía pura.