(Gonzalo Rey Muñoz/ El Escalador)._ Tengo que manifestar, en honor a la verdad, tras apagarse el fuego patrio de los Juegos Deportivos Nacionales Juveniles Oriente 2024, mi desconcierto con el balance final del Táchira en el Cuadro Oficial de Medallas.
Esa décima cuarta casilla, una de las más débiles en toda la historia con escasas 13 medallas de oro, 17 de plata y 37 de bronce (67 en total) representa una pesadilla, pesadilla que a más de uno dejó sin sueño, y mirando en esos resultados penumbrosos, aquellas otras arrolladoras figuraciones en los JDNJ Aragua 99 y Lara 2001, quinto lugar en ambas citas; la espectacular figuración en Andes 2005, cuarto lugar, el mejor desde 1961, año en que se instituyó este certamen, o la octava plaza en Llanos 2007.
Hay que subrayar que Táchira registró además legendarias actuaciones en Ciudad Bolivar ’80, cuarto lugar en desventaja solo frente a Zulia (tercero), Miranda (segundo) y los campeones Distrito Capital, o el quinto escaño en Maturín 82′.
Hoy, la tabla oficial de medallas de la ardiente competición en Oriente, nos traslada con desasosiego a las escenas raquíticas donde se firmaron las peores presentaciones: el puesto 16 de Sucre ’95, la casilla 15 de Barinas ’94 o la plaza 14 de Trujillo ’96.
En comparación con el último certamen, los JDNJ 2022 realizados en la región capital, también bajo la gestión del gobernador Freddy Bernal, Táchira retrocedió cinco puestos y del noveno soltó sus riendas frenéticas para aterrizar en esta pesadilla oriental. Y si perdimos cinco escaños, el panorama en medallas de oro sumadas a cuentagotas nos indica que representamos la danza de los cangrejos, porque de 17 en ese pandémico año, esta vez la cosecha se quedó en trece, cuatro lingotes menos.
Es hora de precisar, una y mil veces, que el resultado no es culpa de los atletas, ellos son los que menos responsabilidades tienen . Dieron su máximo esfuerzo, buscaron las medallas hasta el último aliento y varios de ellos, con rostros bañados en lágrimas de dignidad, miraron a dónde estaban los culpables de esta pálida derrota, derrota que llegó en el huérfano apoyo y en las debilidades de planificación, contratación de entrenadores con perfil de alto rendimiento y en la bruma de la asistencia integral al atleta.
En el pasado, en la mayoría de los casos donde Táchira salió con las tablas en la cabeza, a los gobernadores no les tembló la mano para sacudón con el cambio inmediato de directores o presidentes del ente regional del deporte.
Esa no fue una decisión tardía en el pasado. Y así se evitó seguir languideciendo en el tabulador medalleril del deporte nacional. El Táchira no está acostumbrado a furtivos resultados porque no nos gusta ver nuestras prendas deportivas pálidas en la ruina y en la derrota huérfana, en contraposición con los deseos que siempre nuestro gobernador Freddy Bernal ha manifestado en culto de los valores atléticos y espirituales.
Llegó la hora que Freddy Bernal como gobernador preocupado por la juventud, tras el bullicio de los juegos, logre escuchar el viento de nuestras montañas. Y, entonces, lleguen a sus oídos la voz de los atletas que le expondrán en gesto amistoso sus desventuras.
En los atletas está, señor gobernador, esa fuerza maravillosa para volver con la gloria del triunfo en los próximos juegos, los del año 2026.
Días atrás, en la lectura de Primavera Negra, uno de los geniales libros de Henry Miller, encontré una frase que encaja en ese balance de Oriente 2024 para el Táchira Deportivo.
Miller escribió esta frase, fruto de su inspiración:
«El teatro arde en llamas y sus actores siguen con su papel».
A LOS ATLETAS
Muchachas y muchachos, el Táchira los recibe como héroes, como campeones. Estamos orgullosos de su valentía y compartimos el sufrimiento en este largo transitar de preparación. Nosotros levantamos la frente y compartimos ese sudor de sus rostros porque sabemos que tienen la capacidad suficiente para volver a los escenarios a ser campeones.
Que vivan los atletas del Táchira, medallistas y no medallistas, todos juntos a darles la mano solidaria en este tropiezo que los hará más combativos.
Y, así que suene el Himno del Táchira, mientras leo otra vez esa frase gigante de Henry Miller: El teatro arde en llamas y los actores siguen con su papel._