ESPECIAL.- Primero lo primero: los atletas venezolanos en París 2024 se portaron a la altura de sus condiciones. Los desatinos y el no lograr objetivos tangibles en medallas son responsabilidad absoluta de las enguerrilladas autoridades, Ministerio, IND y COV, que agrupa a las federaciones. Ciertamente, el haber clasificado a la máxima cita del deporte universal es un logro. Los diplomas olímpicos, de los que ahora hacen bulla en las esferas más altas, son una suerte de premio de consolación. La delegación criolla obtuvo, en buena lid, siete. Bravo por ellos, por los atletas.
Reafirmado quedó, no solo el bajón en el rendimiento general sino el desenfrenado retroceso que ahora mismo ubica a Venezuela por detrás de varios países de la región, incluyendo Ecuador y Colombia, que han tomado un ritmo ascendente. Ello habla muy mal de una Generación de Oro, que como la vinotinto con su Mano Tengo Fe, deben enfrentar una realidad que va más allá de un eslogan y de la propia condición atlética.
Los atletas no nacen campeones. Se hacen. Se detectan. Se desarrollan. Se atienden. Se vuelven diamantes en potencia y corresponde a la dirigencia moldearlos, tallarlos, sacarle el máximo de sus propiedades hasta volverlos brillantes, con resultados tangibles.
Pero ello conlleva un proceso que implica además de real unión de los dirigentes, disciplina, entrega, roce y asistencia a los mejores eventos de complejidad y exigencia de niveles superlativos. Solo así se puede mantener una selección competitiva, con la salvedad de que hay disciplinas, categorías, modalidades, en las cuales existen verdaderas posibilidades, y en otras no. Para ello, debe evitarse la falsa expectativa.
Claro está que cuando una delegación de apenas 32 atletas, como la criolla, que acaba de asistir a unos JJOO sin pronósticos, pero con 100 agentes viajeros –gente que fue a hacer turismo con dinero que el Estado debió invertir en la preparación y atenciones especiales de los atletas– presenta un hándicap con respecto a sus rivales.
Reiteramos, ellos, los atletas están exentos del evidente retroceso. La dirigencia tiene tiempo pifiando y demasiado lejos han llegado remando contracorriente. Cuando la política deportiva del país la maneja un advenedizo del deporte esos son los riesgos que se corren. Dice el sabio refranero criollo: zapatero a su zapato.
El destino del deporte lo decide un extraño de la actividad, Mervin Maldonado –en lo sucesivo lo citaremos como “MM”–, inexplicablemente ficha política inamovible del reo Tarek El Aissami. Algún secreto debe saber. Sus antecesores inmediatos iniciaron el daño.
Asesinaron las olimpiadas internas, como son los Juegos Nacionales, eventos de máximo nivel que contribuían a fortalecer todas las selecciones nacionales y a ensanchar el universo de la reserva deportiva. Eso se acabó. Los Centros Nacionales de Ciencias Aplicadas al Deporte, Cenacades, creados por el gobierno de Chávez fueron desatendidos y desmantelados por esta gestión. Siempre bajo la increíble excusa de que no hay dinero. No obstante, el país entero sabe cuánto se robaron en PDVSA.
El país entero quiere cuentas claras con respecto a las arcas del Fondo Nacional del Deporte. El país entero sabe –y si no lo sabía ahora lo sabrá– que en la delegación criolla incluyeron, sin justificación, a Jesús «Mr Venezuela» Casanova, el chofer y el guardaespaldas de “MM” más su chica de protocolo, llamada Belén, además de un montón de familiares y allegados, que al no tener acceso a la Villa Olímpica significaron un gasto extraordinario en hoteles privados y otros gusticos.
Con ellos viajó un señor de atención al atleta y encargado del almacén, Junior Chourio que, así como los influencers de prensa encabezados por Riensy Moreno, poco o nada aportaron para la delegación. Innecesaria e injustificable erogación. El país entero quiere cuentas claras porque con esos dineros despilfarrados, sin dudas, pudo atenderse mejor algunas necesidades propias de los atletas.
Mientras eso sucede ante la vista atónita del universo deportivo y la complicidad de otros personeros de altísimo rango, aparece el otro grupo dañino que hace fuerza para el anunciado fracaso que podría justificar un cambio en la dirigencia. El país entero sabe de las apetencias de gente con credenciales de la Asamblea Nacional que quiere retomar cargos del deporte para tratar de hacer, ahora sí, lo que no hicieron cuando tuvieron la oportunidad.
El país entero sabe que esta gente está detrás de «Denuncia Popular», una columna que extrañamente en días de innegable censura informativa, tiene luz verde para tirar piedras y otros elementos bélicos contra “MM” y su camarilla de incapaces. El país entero sabe que hay una terrible guerra declarada entre “MM” y Pedro Infante, a quien llamaremos en lo sucesivo “PI”. El país entero reclama paz, sosiego, normalidad y atención inmediata y efectiva para sus atletas.
El país entero sabe que los golpistas del deporte, encabezados por “PI”, están promoviendo a su antiguo director general Arnaldo Sánchez, actualmente en el seno del COV, para sustituir a “MM” en Mindeporte. El país entero sabe que inescrupulosos personeros de “MM” acaban de allanar las oficinas de la Federación Venezolana de Voleibol, en su sede del gimnasio Gastón Portillo, donde funcionan desde hace más de 30 años en el desarrollo de preselecciones y selecciones menores, juveniles y adulto en femenino y masculino. El país entero sabe que se quieren apropiar de esta entidad deportiva, así como hicieron con el fútbol, el tenis de mesa, baloncesto, entre otras…
Mientras, en el piso 6 de la torre A del Velódromo Teo Capriles, búnker de “MM”, se agolpa un montón de maletas hechas. No se sabe si son equipajes del retorno de los 100 agentes viajeros que se chulearon el dinero de todos o si es del combo de “MM” que tiene orden de retirada.
Como sea, el deporte no se merece tanta desidia y no ganará nada con otro enroque entre dos malos conocidos…
Gente capaz hay en el país. Que todo sea por el bien del deporte, de los atletas, de los trabajadores a brazo partido –no de los chulos del deporte–, entrenadores y otros que aportan por la actividad del músculo. Veremos.
Por: Viandante Citadino