Nelson Altuve P / San Cristóbal.-  La falta de una sólida línea defensa y dudas del arquero fueron causales de la debacle en la que se hundió el Deportivo Táchira  la noche del martes 3 de mayo, una fecha que pudo redondearse con una faena memorable, pero que terminó siendo fatídica por los yerros en que incurrieron los hombres de marca en el duelo clave de copa Libertadores frente al Emelec de Ecuador.

A los 3 minutos, el primer error. El elenco “eléctrico” recuesta el juego por la banda que marcaba Nelson Hernández quien nunca pudo parar a un tal Pitón, quien  cual culebra zigzagueó por esa banda y metió un centro que le cayó al jugador Sebastián Rodríguez,  nadie atinó a marcarle y de un disparo rasante infló la red aurinegra. Ni marcaron los defensores menos los volantes de contención.

Al minuto 11, llega el segundo yerro. “Teto” Hernández provoca falta innecesaria al borde del área. Paran mal la barrera, el arquero Cristhoper Varela se para mal, y de vuelva el charrúa Sebas vuelve y la mete en el arco aurinegro, ante el silencio de la tribuna y un once gélido, desorientado, “grogui” como los boxeadores cuando reciben dos golpes al mentón en el primer round.

Táchira trató de recomponer sus líneas, tiró de las ganas que pone “Matatán” Uribe, del empuje desde el fondo de Maurice Cova, con un Richard Figueroa lanzando centros por la banda, pero solo las individualidades no logran superar el juego colectivo del rival que estaba cerca del tercero. Llegó el descuento de Uribe para un 2-1 que llenó de ánimos, y casi al final se estuvo a un tris de la paridad.

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Pero no hubo corrección en el segundo tiempo. Luis Marrufo, lateral  reconvertido en central pifió en la salida y eso originó el tiro penalti que puso el 1-3, lapidario, que se cerró con el cuarto gol, ya con un equipo que había bajado los brazos.

Cuando los equipos se arman mal, mal les va. La dirigencia de Táchira sigue en sus desaciertos. En la temporada anterior no se reforzaron en defensa para la cita copera y lo pagaron caro con un rosario de goles como aquel 6-2 ante Olimpia en Asunción que los privó de ir a  octavos, y esta  vez la historia se repite y ya suma 10 goles en contra, con dos goleadas en Pueblo Nuevo.

Al técnico Alex Pallarés se le mueve el banquillo. Táchira sigue inestable en el torneo nacional. La Federación tampoco le ayuda en reprogramar partidos cuando le toca jugar la Libertadores; al español se le acusa de ser causante de muchos errores al leer mal los partidos.

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Todo es confusión. No hay luces, en Pueblo Nuevo quedan petrificados, sin energías, como contagiados por la ola de cortes “eléctricos” que vive la entidad,  con muchas intermitencias, y un futbol racionado, tacaño, rácano;  los pocos  aficionados se han alejado del escenario ante el mal juego y se acumulan los resultados pésimos en un equipo que le urge recomponer sus líneas y evitar un fiasco mayor.